HIJOS DE NUESTRO VULGAR TIEMPO

Me autodetermino como una nostálgica. Nostálgica de unos años que no viví. Pero tampoco me es necesario haberlos vivido para saber que el hombre era mucho más hombre y la mujer, mucho más diva y divina. Y ahora, en pleno 2015, se nos llena la boca hablando de la evolución del individuo, de la sociedad más avanzada, tolerable y moderna. Y mientras tanto, ponemos la tele para que nuestros hijos crezcan viendo cómo mover bien el culo a ritmo de twerking, que si lo hace J.LO no puede estar mal ¿No?.

No nos engañemos, hay una crisis mucho más importante que la económica. Vivimos una crisis como sociedad. Una sociedad que ha perdido el respeto a sus individuos. Y no me mal interpretéis, que ahora os veo tildándome de retrógrada y eso jamás; pero es que pienso que hemos luchado tanto por ganar libertades que ahora que las tenemos no sabemos cuidarlas. Y juega en nuestra contra ese empeño que tenemos en demostrar que cuanto más soez más moderno. Y vamos al Bershka a comprarnos el pantalón más corto que haya, como si enseñando media nalga nos convirtiésemos en supermujeres desafiando a la sociedad, pero nada más lejos de la realidad, porque lo verdaderamente provocador no es ordinario, sino elegante. Y no hay nada más elegante que una mujer bien vestida y con las ideas claras.

Qué vuelvan esas canciones lentas que se bailaban mejilla con mejilla. Esas faldas de tubo que marcaban la silueta femenina hasta hacer caer a los hombres redondos. Qué vuelva la clase y la elegancia de la inteligencia. Tenia razón el filósofo Wilhelm Hegel cuando decía aquello de “Todos somos hijos de nuestro tiempo” y hoy por hoy todos somos hijos de nuestro tiempo, y qué tiempo tan vulgar.

 

 

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